En julio del año pasado, mi mamá falleció, después de un proceso de 6 meses de mucha tristeza, impotencia, frustración, y a veces desesperación que casi nadie vio en mí. Hace un año, fue la primera navidad y el primer año nuevo sin ella.
El diciembre pasado, mi papá estaba, además de muy enfermo de su corazón, de su alma. Estaba triste, deprimido, no quería seguir, pero seguía… y siguió hasta febrero de este año cuando al fin, descansó, sonrió y volvió a darle la mano a su esposa esta vez para siempre junto al Señor.
Ese mismo febrero, después de 27 años de trabajo en varios lugares, por primera vez, me despiden de un trabajo. Sin esperarlo, sentí que me dijeron “largo!! ¡Usted no sirve acá!”
Pero también en ese mismo febrero, me dan la noticia de que tengo trabajo, y en una gran empresa, en la que hoy despido el año, trabajando gracias a Dios.
No ha sido un año fácil, pero mentiría si digo que he estado solo o que me ha faltado algo durante este 2019. Mi esposa y yo hemos visto la mano de Dios, mes tras mes, semana tras semana, día tras día. Cuando menos lo esperamos, como menos lo esperamos…con sus famosos “De repentes”, Dios nos ha sorprendido, nos ha cuidado y ya sido espectacularmente bueno conmigo y con nosotros.
He estado este año al lado de una gran mujer que me apoya, me respeta, me impulsa y me ama. Y eso es una enorme bendición. Es una compañera de vida, de risas, de llanto. Una amiga, amante, compañera, pero ante todo una gran mujer. No termino de agradecer a Dios por su misericordia al enviarme semejante compañera de vida.
También sin querer, este año ha sido un filtro para saber con quién cuento y con quién no. Quien, de mis amigos, realmente lo son y quién no. Y quien, de mi familia, es realmente familia y quien es solo gente con quien comparto consanguinidad. Quien se alegra de mi alegría y quien espera que me vaya mal. Quien busca que esté feliz y quien busca hacer que yo o los míos, se sientan mal. Y eso también es bueno. Es bueno saber quién está con uno, y también saber de quién alejarse, solo por sanidad.
También me he alejado de otros pero por un tema circunstancial. Por trabajo, por cambios en mi estilo de vida, en fin… pero siguen siendo personas muy importantes en mi vida y que aprecio y agradezco a Dios el haberles conocido, su ayuda incondicional y su amistad sincera. Talvez no los he vuelto a ver, ni a hablar, pero siguen en mi corazón y en mis recuerdos con una enorme sonrisa.
No he escrito en este blog por meses. Pero hoy es un buen día para hacerlo. No para que alguien lo lea (bien si pasa), sino para que quede para mi memoria que este 2019 Dios ha sido bueno, y no hay porque dudar que este 2020 que empieza, será todavía mejor.
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