Un día de estos, un amigo me
explicaba el proceso de avance en la adquisición de cintas y danes en el taekwondo
y en general, en todas las artes marciales ancestrales.
Resulta que una persona tiene que
tener un tiempo mínimo de entrenamiento y crecimiento constante que incluye no
solo la técnica del combate físico, sino también los conocimientos de la filosofía
del arte marcial. De hecho, las palabras arte y marcial llevan encerrados los
conceptos que debe dominar el individuo que lo practica, tanto en la parte
emocional y de conocimiento (arte) como en la parte de combate (marcial).
El asunto es que deben pasar
algunos años para que pueda llegar a la cinta negra, y luego de ahí en
adelante, debe tener una práctica e involucramiento en el deporte, incluso en
la enseñanza que le permitan optar por los “danes”. Tanto es así, que una
persona no debería alcanzar el décimo dan, ultimo escalafón antes de los 60
años!!! Si alguien lo tiene antes, o incluso hay algún veinteañero que se lo
dieron, según me explico este señor, que por cierto es cinta negra, tercer dan,
sencillamente le regalaron los danes y nunca será visto con seriedad ante la
comunidad mundial de practicantes de artes marciales. Resumiendo, alcanzar este
nivel es un premio de constancia, trabajo, disciplina y perseverancia, pero
sobre todo experiencia.
Toda esta hablada me llevó a
reflexionar sobre el valor que le da nuestra sociedad, y nosotros mismos, a la
experiencia. Hoy en día, es fácil encontrar en muchas empresas que contratan
mano de obra barata, es decir, profesionales recién graduados con el fin de “hacerlos”
en sus empresas y evitarse pagar la contratación de otras personas, quizás de más
edad, pero con un bagaje y recorrido mayor, lo cual a la larga les beneficiaria
mucho, sin embargo no les gusta pagar por este recurso de EXPERIENCIA.
Pero lo más triste, es ver como
nosotros mismos menospreciamos la experiencia de mucha gente que nos rodea, y
sin ninguna gota de humildad, creemos que ya lo sabemos todo o al menos lo
necesario y no nos detenemos a hablar, preguntar, y tratar de extraer la sabiduría
que ninguna universidad da y solo el tiempo y el trabajo otorgan a lo largo del
tiempo. Todos tenemos colegas en nuestro trabajo que tienen años delante de nosotros
y a veces no valoramos eso para su reconocimiento y peor aún, tampoco lo
valoramos con el fin de extraer conocimiento para nosotros! Que tontos somos!
A mis 40 años y hasta ahora
reflexiono seriamente sobre esto. No se ustedes, pero yo a partir de ahora, hablaré
mas con mis colegas que me llevan años en mi negocio. Trataré de sacarle el provecho
a ese conocimiento y sobre todo les daré el reconocimiento que merecen.
Eventualmente, algún día, vendrá algún lonchera a hacer eso mismo conmigo y
gustoso le diré todo lo que pueda para que siga adelante.
Y ya…
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